Las emisiones de metano han conseguido niveles históricos, superando las 1900 partes por billón, según un reciente informe de la Agencia Internacional de Energía (AIE). Este gas, uno de los más potentes en términos de cambio climático, ha visto un aumento alarmante a causa de actividades humanas, como la agricultura, la ganadería y la extracción de gas y petróleo.
Su creciente concentración en la atmósfera representa una amenaza importante para el calentamiento global, dado que el metano es más de 80 veces más potente que el dióxido de carbono en los primeros veinte años después de su emisión.
Sin embargo, el metano no es necesariamente un enemigo irremediable. En lugar de liberarlo a la atmósfera, existen tecnologías que pueden capturarlo y convertirlo en productos útiles. Por ejemplo, el metano puede transformarse en biometano, un combustible renovable que puede usarse para generar electricidad o como sustituto del gas natural. También es posible convertirlo en plásticos biodegradables, fertilizantes o incluso en hidrógeno para la industria energética.
Aprovechar estas soluciones podría ayudar a reducir las emisiones de metano y, al mismo tiempo, generar alternativas sostenibles para la energía y los productos industriales. La clave es invertir en tecnologías que permitan capturar este gas y darle un uso que beneficie tanto al medio ambiente como la economía global.