La COP30, celebrada por primera vez en el corazón de la Amazonia, en Belém (Brasil), ha cerrado una edición especialmente compleja en un momento de alerta climática global.
El encuentro, denominado el “GOLPE de la implementación”, arrancó con grandes expectativas y con el llamamiento del presidente brasileño, Lula da Silva, a reforzar la ambición climática. No obstante, las negociaciones estuvieron condicionadas por un contexto geopolítico tenso, protestas indígenas e incluso un incendio que interrumpió temporalmente la conferencia.
La financiación climática se situó en el centro de todas las discusiones. Los países en desarrollo reclamaron movilizar al menos 1,3 billones de dólares anuales hasta el 2035, muy por encima de los 300.000 millones acordados el 2024.
En el ámbito de la adaptación, se aprobaron 59 indicadores iniciales para medir el progreso del nuevo Objetivo Global de Adaptación, a pesar de las críticas por la carencia de negociación previa.
Paralelamente, se activó la iniciativa Belém-Addis, un proceso de dos años para revisar y perfilar estos indicadores.
A su vez y aun teniendo en cuenta la ausencia de nuevos compromisos económicos, se validó el funcionamiento del Fondo de Pérdidas y Daños.
En cuanto a la transición justa, la COP30 acordó crear un mecanismo institucional para coordinar asistencia técnica y cooperación internacional, mientras que en los mercados de carbono se avanzó en cuestiones clave para desplegar el mecanismo de créditos del Artículo 6.4, que se prevé operativo el 2026.
Igualmente, se amplió hasta junio de 2026 el plazo para que los proyectos del Mecanismo de Desarrollo Limpio puedan migrar al nuevo marco del Acuerdo de París.
El punto más controvertido fue la carencia de un acuerdo sobre la reducción progresiva de los combustibles fósiles. La oposición de 117 países impidió incluir cualquier mención en el texto final, generando una fuerte decepción entre la Unión Europea, países insulares y estados especialmente vulnerables.
La cumbre deja adelantos relevantes en multilateralismo, género, comercio e integridad de la información, pero también importantes deberes pendientes: financiación insuficiente, ausencia de un plan claro para frenar la deforestación y NDCs todavía lejos de garantizar el objetivo de 1,5 °C.